7/11/09

Hímnica del poeta “novísimo” (sic)



(A todos aquellos que no están boquiabiertos en el templo de la vida contemplando su experiencia)



Con esa inquietud de hombre
que se sabe incompleto o derribado,
vivo y muero en mis recuerdos
soportando dignamente
la injuria de los años;
dibujando con hisopos de ceniza
la muerte de la liebre tiesa
en el cuarto del piano;
escribiendo a sueldo
antologías de urgencia
donde ponerme a buen recaudo,
y versos con sordina
sobre ídolos de niebla
según un orden jerárquico.

Asiduo de mí mismo
en esta guerra sin cuartel
contra lo verdadero esperado,
adorno mi elocución
con el espeso limo
de los sucesos cotidianos,
y en larga lucubración
describo cómo arde el mar
en medio del asfalto,
mientras promulgo un complejo sistema
de espejos giratorios
sobre la didáctica del desencanto.

Ante la perspectiva del abismo,
ante la renuncia a un halago,
sólo tienen crédito
mis obsesiones bufas
sobre Edipo y su contexto,
o sobre la génesis de la luz anfetamínica
entre el concilio y el escándalo.

Pasajero de ausencias,
bajo el disfraz de ángel caído
o cuerpo fragmentario,
acecho no sé qué desnudez prohibida
apostada a un solo naipe
o devaneo erostrático.

Custodio en clave de mí
la sombra paralítica del paraíso
a pie de página del libro
de cheques o astrolabio,
y desvisto mi impudicia
a un abusivo precio inflacionario.


Antonio José Trigo
(inédito, 1990)