5/7/09

DOIS POEMAS

[El poeta portugués Albano Martins tuvo la gentileza de traducir dos poemas míos, el Fragmento XIV de "Rapsodia de lo oscuro ofreciente" (1989), y el poema X de "Estancia de los detenimientos" (1990), que publicó en el nº 3 de la revista Sirgo de Coimbra (Portugal), en la primavera de 1993, pp. 17-18]

1.

Já a noite plena com a sua luz dentro,
terra húmida de dias antigos
onde eu desejaria permanecer para sempre,
onde tudo não é, não passa,
como em impávido mar veleiro grácil.
E nos confins, a música
sob o fundo do ser, despojadíssima.

(Os teus dedos: pássaros impacientes talvez
no fio das horas)

Já o tempo se vai, se desfaz,
enrugando a cortiça do sorriso,
para de repente sentir que nos persegue o sonho,
nos atraem, nos fascinam as coisas mudas,
as pedras esquecidas em caixas redondas,
e a livre musicalidade das constelações.

Ah!, só tu, bem-amada, sabes onde vai,
assim ardendo em silenciosas pausas,
o tempo de todos e de ninguém.

Assim tu e eu buscamos, por estranhas trevas,
o que fomos uma vez e já nao somos.



2

Atrás do círculo inaugural dos teus incêndios
dormen os climas e os mares.

Caído o céu, foges pelos jardins
suscitando fontes, onde o coração
antigravitatorio da rosa
—lento som de pássaros em fuga—
crece do fundo dos teus olhos.


(Versões de Albano Martins)




POEMAS ORIGINALES:



FRAGMENTO XIV

Ya la noche plena con su luz dentro,
tierra húmeda de días antiguos
donde yo quisiera quedarme por siempre,
donde todo no es, no transcurre,
como en impávido mar velero grácil.
Y al confín, la música
bajo el fondo del ser, despojadísima.

(Tus dedos: pájaros impacientes acaso
en el filo de las horas).

Ya el tiempo se nos va, se deshace,
curvando la corteza de la sonrisa,
para de pronto sentir que nos persigue el sueño,
que nos atraen, nos fascinan las cosas mudas,
las piedras olvidadas en cajas redondas,
y la libre musicalidad de las constelaciones.

Ah sólo tú, bienamada, sabes adónde va,
así ardiendo en silenciosas pausas,
el tiempo de todos y de nadie.

Así tú y yo buscamos, por extrañas tinieblas,
lo que fuimos una vez y ya no somos.


[de “Rapsodia de los oscuro ofreciente”, Cuadernos de Poesía Aquilea, Málaga, 1989, pp. 40-41]



X

Tras el cerco inaugural de tus incendios
duermen los climas y los mares.

Caído el cielo, huyes por los jardines
suscitando fuentes, donde el corazón
antigravitatorio de la rosa
—lento son de pájaros huidos—
crece desde el fondo de tus ojos.


[de “Estancia de los detenimientos”, Editorial Playor, Madrid, 1990, pág. 23]